Algo impide volver a recontactarte
RELATOS / Situación de Calle
Norberto
conversaciones con Pablo Rey y Carlos Iglesias
Yo nací en Lugano en la parte vieja del barrio. Nací en el sesenta y siete. Soy el más chico de tres hermanos: mi hermana tiene trece años más que yo, mi hermano ocho más que yo y yo. Mi vieja tenía treinta y seis años cuando yo nací y mi viejo casi cuarenta. Era una familia medio pelo baja, pero en el momento cuando yo nací la pasábamos bastante bien. A mi viejo le iba bien con el laburo, tenía un cochecito viejo, había un televisor de los de lámpara viejo pero bien. Mi vieja estaba enferma desde que tenía catorce años. Mi viejo ya se casó con ella sabiendo que estaba enferma.
En principio tenía desmayos y después periodos depresivos muy marcados, siempre estuvo en tratamiento. Mi viejo pese a todos los pronósticos se quiso casar igual con ella. El médico le había dicho que con los partos podía quedar igual, o estabilizarse, mejorarse o empeorarse.
Bueno de hecho paso entre lo segundo y lo tercero. La enfermedad nunca le había cedido, ni con el parto de mi hermana ni con el de mi hermano y el mío que fue el último, creo por lo que me dicen, parece que fue el peor. Porque hizo una psicosis puerperal alucinatoria y la medicaron. Bueno hizo una reacción paradojal a la medicación y quedo con una hemiparesia, con rehabilitación por ocho meses. La cosa a mí me perjudico teóricamente en un punto, porque bueno perdí el contacto de la lactancia, mi vieja no pudo cambiarme de chico. Pero me benefició por otro porque me cuidaron, entre mi abuela, la segunda esposa de mi abuelo, mi hermana mayor de trece años y mi tía Ana Liza. Así que tenía tres madres sustitutas por turno y mi tía Mecha, que bueno hoy la voy a ir a ver a la tarde.
La primaria la terminé en el barrio. Mi hermano, bueno era mi héroe, yo seguí los pasos de él, ocho años mayor. Después me metí en el Saavedra, un industrial que era donde había cursado mi hermano. Hasta tercer año hice ahí, después como vi que no iba a seguir nada parecido al industrial me pase a un bachiller. (…) Y a partir de los quince años empezó a dar vuelta en mi entrar para cura, pero empezó a entrar seriamente, contra la opinión de toda mi familia. Yo iba todos los días a misa a las tardes, tocaba en la misa de los domingos, iba al grupo como los demás pibes pero hablaba con un cura para entrar al seminario. Con esta idea terminé cuarto y quinto en el Berthier, mi hermano se independizó también y quedo mi viejo que le habían amputado una pierda a mis once años y mi vieja con la enfermedad habitual.
Mientras mi vieja estaba bien, bárbaro, ahora cuando mi vieja se deprimía… era un peligro viste, se tomaba todos los blisters de pastillas o hacia cualquier cagada o habría la llave del gas. La situación era muy presionada. Y empecé a los diecisiete años a tener fobias a los colectivos (…) ahí me angustie, me asuste mucho. Fui a hablar con el cura con el que hablaba para entrar al seminario, llore mucho ese día, tenía terror de tener la misma enfermedad que mi vieja que empezó con desmayos. Y él me conecto y empecé terapia, me ayudaba el cura a pagarlo me acuerdo, yo no tenían un mango partido al medio.
Cuando se dio el caso que internaron a mi vieja otra vez. (…) una mañana me encuentro, me levanto, mi hermano que estaba viviendo en casa para entonces, estaba atascadísimo… en un momento gritó: … está enferma por tu culpa, eso fue lo último que escuche. Bueno lo cague a piñas a mi hermano, por primera vez en la vida que cagué a piñas a alguien, mi hermano. Y al otro día hice mis cosas, mis petates, tenía muy pocas cosas mías, la guitarra un par de pilchas, algo de libros, nada y me fui. Deje una nota en el horario en que no estaba ni mi viejo ni mi hermano, mi vieja estaba internada, me busqué un hotel y bueno ahí me fui de casa… a los dieciocho años y unos meses.
Hasta que en el ochenta y seis en agosto diecinueve muere mi vieja, de cinco paros cardiacos al hilo. Me llamaron a la oficina yo la había visto el día anterior había tomado mate con ella, fue un baldazo para todos. No sabía si ir o no al velorio. Fui a hablar con mi terapeuta, preguntarle a mi amigo, le pregunte a mi novia. Porque con mi viejo y mi hermano estaba muy tensa la cosa no nos hablábamos, ya no peleábamos, éramos como una columna,… ni fu ni fa. Entonces a lo que llegamos era ir a último momento para que no haya discusión. Verla, estar ahí y después irme, pasar un momento, para no dar lugar a un despelote. Voy como a las dos últimas horas, había habido paro municipal y se habían llevado dos horas y media antes el cajón porque cerraba el cementerio. Nunca más la vi. O sea me quede con la tarjetita porque después ir al cementerio… No vi más a mi familia, de ahí en mas no los vi mas.
Había empezado psicología en Kennedy, dije bueno si algún día me necesitan para algo sabrán como ubicarme o en la facultad o en… fue lo último que hable con mi hermana, que para ir y pelear no me interesaba, cualquier cosa que necesitaran me llamaban. Bue nunca más llamaron, pasaron nueve años. Ya recibido de psicólogo, trabajando en Gradiva me la cruzo a mi abuela, la madrastra de mi mamá, buen la fui a ver, se puso a llorar mi abuela, muy mamera era mi abuela. Y bueno a partir de ahí lo fui a ver a mi hermano, volví a ver a mi hermana y me enteré que mi viejo se había muerto hacía siete años, no me habían notificado. Esto fue un segundo quiebre para mí.
Para mi un golpe grande fue enterarme que mi viejo se había muerto hacia siete años, que no me habían avisado, la casa se había vendido y se habían repartido la plata entre mi hermana y mi hermano, declararon ser dos hijos no tres y dieron la libreta matrimonial por perdida. Bueno yo después me fui enterando por partes. Prometieron devolver una plata que nunca devolvieron. El tema mío no era la plata. Me indigno en la forma, pero en el momento es más, estaba alquilando, tenía trabajo, no tenía una urgencia de plata. Si me jodió que no me hubiesen avisado, que mi viejo se había enfermado de cáncer primero y que se había muerto después. Y después me entero… que los últimos seis meses que estuvo internado en el hospital, mi viejo lloraba todos los días pidiendo por favor que me buscaran que quería verme, yo es el día de hoy, que no, no lo digiero eso.
Me llevó muchos años superar eso y me llevó a caerme. Yo después con los años me di cuenta que uno de los puntos fundamentales por los cuales perdí todo equilibrio fue ese. Me dio mucha pena sobre todo y me sigue dando pena hoy, pensar en que quiso reparar algo o hablar algo mientras estuvo y no pudo, eso si me da pena realmente y es de lo que no se va a reconstruir nunca.
Perdí el trabajo en Gradiva, ya venía tecleando, era un lugar especial no cualquiera duraba cinco años enteros ahí, yo había pasado de ser terapeuta de guardia, y tenido pacientes a solamente guardia y de ahí al taller de musicoterapia y el de laborterapia y después quedé a cargo de los talleres y no mas guardias. Hasta que perdí los talleres (…) Me pidieron que renunciara al taller, primero la peleé un poco no que no me iban a indemnizar, que esto que el otro, ¿Qué cuánto me van a pagar? Hicieron una cuenta, bueno ¿Qué quieren el telegrama? Les mandé el telegrama, cerramos las cosas más o menos prolijas y… de ahí en más el bache. Me acuerdo que mi amiga Norma me dijo ¿qué mierda vas a hacer, hace doce años que trabajas de esto?, no se pero otra cosa, le digo, necesito no ser psicólogo por favor, porque no aguanto más, voy a quedar internado yo. Y bueno empecé con trabajos temporarios, despachando una heladería que duraba por una temporada de verano, atender teléfonos en una agencia de remis, atender teléfonos para emergencias médicas.
Vivía en hoteles, fui boyando en hoteles hasta que me quede sin laburo y sin hotel por primera vez, que fue en el noventa y nueve principio del dos mil. Lo primero que hice fue ir a casa de mi hermano, razoné: buen si vendieron la casa de mi viejo, se quedaron mitad el, mitad mi hermana, hasta solucionar por lo menos que unos días pasarlo en la casa de él, hasta ver qué solucionaba. Si bien no era la mejor de las relaciones, pero ante la emergencia por lo menos planteársela. Bueno, me encontré con un billete de diez pesos para pagar un hotel enfrente y con la opinión de que teníamos caracteres incompatibles por parte de mi hermano, no discutí ese día no estaba bien, me fui.
Me fui caminando a floresta me acuerdo, pase por el hospital de clínicas, pensé en suicidarme, fue la única vez en mi vida que pensé en suicidarme. Subí las escaleras del clínicas, donde habían operado a mi viejo y pensé en tirarme por el agujero de las escaleras. Yo que soy bueno en cálculos, a medida que fui subiendo dije, no yo puedo golpear la cabeza contra otra baranda, quedar un pie enganchado, voy a quedar arruinado y no me voy a matar una mierda. Digo no esto no sirve. Bajé otra vez y dije bueno dejemos que la vida corra vamos a ver. Y me fui a Recoleta (…) yo a esa plaza la adoro antes que el proceso levantara la feria artesanal. Sentí que era un ambiente en que yo me sentía bien. Me quedaba a dormir ahí. Dormía a donde podía o en la biblioteca del congreso cuando estaba abierta toda la noche. No tenía ni idea que había comedores ni nada, ni hogares ni cosas por el estilo con lo cual se complicaba. Y por otra parte esta cuestión, si del alivio, que necesitaba no estar laburando de psicólogo y parar con las presiones. (…) Esto era mucho más relajado digamos, si me llevo a conectarme con todo lo que es arte que a mí me encantaba desde chico y eso fue un cable a tierra grande para mí.
Cuando me entere que la Pueyrredón estaba tomada (escuela de bellas artes) no lo dudé me compre una… o conseguí prestado, una bolsa de dormir y me metí en la toma. Iba a dormir a la Pueyrredón. Me acuerdo, poníamos todos, el que podía, el que no podía no ponía. Cocinábamos todos juntos. Las clases eran abiertas, nos quedábamos, hacíamos guitarreadas y aprendí. Porque nos quedábamos dibujando, pintando, haciendo grabados, escultura al lado de los alumnos de los otros años y yo si bien no estaba como alumno regular empecé a ir a todas las clases en el día. Aprendí muchísimo… ahí ya había empezado a enganchar con hacer retratos yo en los bares.
Averigüé que había un hogar. Fui a parar primero, un plan que me pagaron un hotel por unos meses en Constitución a fines del dos mil, después fui al hogar que estaba en Costanera y de ahí al Monteagudo. Estuve los últimos meses en el Monteagudo y en costanera sur estuve quince días una cosa así. Para mí era todo muy nuevo, toda la vida en los hogares, el comedor de las esclavas que empecé a ir, porque me entere por gente de la calle y ahí contacte con mis épocas de grupo juvenil y de tocar en la iglesia, porque nos invitaron y buen, fue toda otra movida.
Junté plata, lo que pude y me fui ese verano a Gesell con el equipo de retratos me mandé, alquilé un hotel y después me fui a Mar del Plata. Con lo que fui haciendo en temporada, me alquilé fuera de temporada un hotelito en Mar del Plata y estuve viviendo todo el año en Mar del Plata en el dos mil uno. O sea no fue una cosa de pegar en la calle permanente. Lo que si nunca más regularice lo que era mi tren de vida anterior de alquilar por ejemplo, tener un contrato de alquiler, nunca más lo logre. Si llegar a lo del hotel, que es lo que volví a llegar ahora y cada tanto perderlo pero siempre estar arañando el tema de alquilar un hotel. Después rebote por distintos hogares.
Viví en la calle prácticamente todo el dos mil cuatro. Boyando muy poco en hoteles, no en hogares. Dormía en un subte me acuerdo y empecé a ir al grupo de teatro que hacia Mercedes Pereyra en las esclavas. Mercedes y otro de los chicos me dice de ir al Socorro y ahí febrero del dos mil cinco es cuando voy al Albisetti, después reboté en otros lados.
Yo lo que creo de la situación de calle es que, se llega a una situación de despojo en la que ya no tenés mas nada que perder y es como pasar del otro lado de un vidrio, mientras vos circulas socialmente, los ves a los que están… pero algo impide volver a recontactarte.
Con el recorrido de estos años a mí lo que me pasó fue salir de la situación de calle y volver, salir y volver, salir y volver, ahí me fui dando cuenta que el vidrio también era una puerta…”
Para citar:
RELATOS / Situación de Calle, conversaciones realizadas por Pablo Rey y Carlos Iglesias
otredades.org
Rumbo Sur, Buenos Aires 2012