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Acerca de «Semillero murguero»

Creemos que resulta fácil identificar la idea de ”semillero murguero”, desde el sentido popular que nos remite a las jóvenes promesas del deporte, del arte, la ciencia y hasta de la política. Y no estaría equivocado pensar este proyecto desde ahí, porque efectivamente en cada ocasión donde los pibes se topan con la murga, surge o puede surgir una gran gavilla de futuros murguistas para el próximo carnaval.

Pero el recorrido por el que transitamos en este trabajo, amplía la idea, el concepto y su alcance, es algo más. Buscando situaciones donde se unieran la murga con la formación nos topamos con un elemento llamativo: casi todos los entrevistados, eran brotes de esa siembra, luego de haber experimentado apenas un roce con la murga, quedaron prendados de este arte popular para explotar en cada uno/a cuándo y cómo se diera en sus vidas.

Así entonces, el título elegido para nombrar este trabajo de registro y breve sistematización, nos resultó acertado y comprobamos que resonaba en quienes sumaron su voz en este encuentro de experiencias. Comprendimos, una vez más, que el uso de las palabras no es ingenuo ni casual y decidimos tomar la “definición” que la Real Academia Española ofrece de Semillero: “Origen y principio de que nacen o se propagan algunas cosas”.

Supimos entonces que íbamos por buen camino. Y con esto completamos y nos quedamos aquí en la conceptualización que le da sentido y encuadre al proyecto. Cuidar la palabra nos permitió abrazarla de la mejor manera posible y desde allí construir el sentido amplio y el continente de lo que pretendemos presentar en esta publicación.

La murga, el carnaval y más allá

La murga está intrínsecamente asociada al carnaval. Sin embargo en este trabajo, se hace foco en un nuevo escenario fuera de temporada, donde tantas instituciones y grupos hacen, exploran y/o suman algunos matices para incorporarla como medio de expresión y comunicación de sus quehaceres cotidianos. Celebrar las efemérides que resulten oportunas, acompañar fiestas comunitarias, ser medio para la expresión del reclamo social o sencillamente hacerse presentes representando a sus entidades poniendo el cuerpo con todo, son algunas de las formas que adquiere la murga cuando está en una institución. Hoy no resulta raro encontrar que en cada barrio, además de la murga que sale en carnaval, haya otra que en el marco de una escuela, un club de fútbol, una iglesia o un sindicato salga a batir los parches de sus bombos, bailando, mostrando los colores que le dan identidad y cantando su manera de ver el territorio y la realidad que vive.

Conocemos, hemos visto, nos han contado, experiencias de esta expresión multidisciplinar que es la murga, realizada desde y para la comunidad. El valor de estas acciones radica en poder experimentarlo intercambiando roles, enseñando y aprendiendo, y fundamentalmente mostrando que el otro puede hacer lo que hacen todos, con sus modos, posibilidades e improntas. Realizar una experiencia, siguiendo a Jorge Larrosa, significa: “…dejarnos abordar en lo propio por lo que nos interpela, entrando y sometiéndonos a ello. Nosotros podemos ser así transformados por tales experiencias”.

Es importante entender y asumir los móviles sociales que provocan y animan el formar y ser parte de una murga, teniendo en cuenta su historia y lo que la murga significó para la cultura popular general y local.

La murga en el Río de la Plata ocupó las calles de pueblos y ciudades, especialmente en Montevideo y Buenos Aires, desde los orígenes fundacionales de esas poblaciones, juntando a personas, salvando diferencias de etnia, religión, sexo y clase social para celebrar el carnaval, expresando desde sus canciones la crítica y el encuentro social en alegría e igualdad. Por eso no fue casual que en tiempos de dictaduras o gobiernos de facto, los carnavales se prohibieran o fueran silenciados con el descrédito y la falta de apoyo que otras disciplinas artísticas sí contaban. A pesar de ello, en ambos países, la murga no dejó de existir y tras su ocultamiento se fortaleció y creció, tanto en la cantidad de murgas y escenarios de carnaval como en una mayor participación como integrante o bien público entusiasta.

Por otro lado, la murga está incorporada a la música popular sin vueltas, muchas veces de manera bien visible/audible y otras a los distintos géneros y estéticas que la eligen como la esencia para sazonar de identidad sus obras; en Montevideo, Uruguay, casi como género oficial y aquí en Buenos Aires, Argentina, fusionándose con todos los géneros de nuestra raíz compositiva. Todo esto se percibe a simple escucha sin necesidad de conocimiento musical erudito y se refrenda en el relato de aquellos que la viven y estudian para cuidarla desde sus entrañas. En esta publicación, ensayamos algunos trazos que nos permiten reconocer que la música popular toma a la murga, la fusiona en sus creaciones y que hace características de su decir.

Paisaje, protagonistas y foco de registro

Ya hemos anticipado que este libro es el resultado de conversaciones con quienes llevaron la murga a las aulas, fueran estas las cuatro paredes de un establecimiento educativo en sus patios, salones de actos, SUM y también en plazas y parques. Docentes que se respaldaron en el baile, la percusión y las canciones de la murga para enseñar, y músicos y murgueros que se hicieron maestros para acercar la esencia del carnaval mostrando como murguear en esos ámbitos de aprendizaje. En cada caso dejando huella de sus pertenencias o gajes tradicionales y, al mismo tiempo, aprendiendo y tomando cosas nuevas que marcaron un hacer distinto con los niños, niñas y jóvenes y en ellos mismos.

La tarea se encauzó en el seguimiento de experiencias desarrolladas en el marco de diversas organizaciones educativas donde la murga es escenario. Recorriendo experiencias que cuenten ¿cómo se realizaron?, ¿qué lo motivó?, ¿qué implica hacer/formar una “murga en la escuela”?, ¿para qué hacerlo, qué tiene de educativa la murga y qué hace que en estos ámbitos surja algo distinto a lo que convencionalmente ocurre a la hora de aprender?. Estos son algunos de los ejes que organizaron este registro.

La publicación se esboza en cuatro partes:

La cultura popular y la murga : Algunos trazos que intentan reflejar las relaciones de la producción artística, las expresiones populares y la estética. En este sentido, nos centramos en el arte popular (especialmente la música) que abraza a la murga, desde los tiempos donde el bombo estaba en exilio interno y no era “apto” o bien visto. Este espacio se integra y profundiza con el testimonio de un músico que centró su vida y obra como investigador y formador de murga.

La educación y la murga (posibilidad curricular): Se presenta un análisis de las dimensiones pedagógicas, curriculares y didácticas de esta expresión artística y propuestas para facilitar la creación de proyectos educativos con la murga como eje transversal. Interesa explorar aquellos recovecos que a veces impiden el desarrollo de experiencias innovadoras en la escuela, como la dificultad de pensar un proyecto integrador al mismo tiempo que cumplir con las reglas que norman la enseñanza escolar.

La murga entre la tiza y el pizarrón: escuela, barrio e identidad: Donde nos adentramos en el corazón de los proyectos de murga en la escuela. Maestros y talleristas contando cómo es la experiencia de enseñar con murga construyendo encuentros inesperados en la comunidad de la que son parte y creando una nueva forma de ensamble entre familias, escuela y comunidad.

La Retirada + bonus track: Al final del recorrido, además de algunas conclusiones nos pareció interesante dejar planteados otros recorridos para que los lectores sigan explorando los caminos de la murga. Proponemos entonces un listado de libros, cd y recursos varios para seguir pensando y haciendo más semillero murguero.

En síntesis, la publicación intenta acercar distintas voces y experiencias (de un relevamiento incompleto y posiblemente arbitrario pero de mujeres y hombres que vibran hondo con el bombo de murga) que exponen reflexiones y herramientas desde la práctica concreta, que ayuden a conformar un entramado sobre el valor, sentido y uso pedagógico/social de la murga como recurso y estrategia educativa; lo que trae al aula y/o la institución en general y lo que se modifica en el escenario institucional si se la incorpora y que puede ser “materia en común” para formar con la murga.

Con especial interés deseamos que este material acompañe la tarea de docentes, directivos, talleristas y promotores culturales (o como le guste al actor social en cuestión) que estén llevando adelante experiencias cercanas a las que se presentan aquí y muy directamente a aquellos/as que estén proyectando hacerlo en su comunidad.

La realidad de los diversos escenarios donde se atiende a niños/as, jóvenes y adultos, especialmente si se encuentran en situación de vulnerabilidad o riesgo social, hace que este material pueda alentar actividades lúdicas, creativas y formativas que los involucre de manera grupal a los ámbitos de estímulo (escuelas, comedores, hogares, sociedades de fomento, parroquias, templos, sindicatos, etc.) para la mejora de sus situaciones particulares y comunitarias. Por eso creemos que la murga puede ser un motor para incluir y dar nuevas oportunidades educativas a estudiantes tradicionalmente excluidos del sistema.
Lo que sigue, por ahora es la lectura y recreación de este libro, después vemos. Vamos. El ritmo lo marca el bombo con platillo.

Carlos Iglesias
«Semillero murguero : formar con murga para la inclusión»  Rumbo Sur, 2017.